Opinión
Por Pablo Santiesteban , 28 de abril de 2022 | 19:15

El precio del frío

  Atención: esta noticia fue publicada hace más de un año
Más abrigado que guagua de campo van a tener que andar algunos por los altos precios de la calefacción. Crédito: Imagen referencial.
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Columna de opinión del periodista de Víctor Pineda Riveros.

A los sureños nos llama la atención y hasta nos molesta la densa y extensa cobertura que la totalidad de los canales de alcance nacional brinda a los estragos que provoca un día de lluvia sobre la capital y zonas aledañas.

No podemos negar que muchas personas sufren con el fenómeno natural, pero ¿no sería bueno que de una vez por todas se adopten las medidas necesarias para impedir o, por lo menos, reducir las consecuencias de un aguacero sobre las familias más humildes, que, como siempre, son las más afectadas.

Que conste que por acá no lo pasamos mejor, por mucho que en los últimos años haya mejorado mucho la situación en barrios que por décadas vivieron anegados, gracias a la construcción de colectores que en buena medida han impedido que el agua ingrese a las viviendas.

Había años en que cada ciudad tenía su propio barrio veneciano, pero sin el glamour de la joya italiana. Las calles se convertían en canales, pero en vez de gondoleros cantores transportando a turistas felices, lo que había era boteros improvisados tratando de ayudar a pobladores muy angustiados. No obstante, y a pesar de los colectores, todavía queda mucho por hacer.

Por el momento tenemos superávit de agua caída en gran parte del territorio, pero no nos alegremos mucho, porque los meteorólogos dicen que esto va a durar la nada misma, porque el año viene seco.

Esto se suma al frío, que ya se ha dejado sentir por todas partes. Éste es otro problemazo per se, pero que esta temporada llega profundizado por el tema de los precios.

Vamos viendo. 

La leña, no reconocida como combustible por mucho tiempo, aunque ignoro si eso ha cambiado, sigue siendo la preferida en las estufas australes. Es molesta de trasladar, a veces viene tan húmeda que entre los palos de repente cae una trucha, hay que picarla, hacer astillas, etc, pero no tiene parangón con sus competidores por el tema del precio. 

Claro que la diferencia ya no está tan clara. El metro de pino, bastante despreciado, ya anda entre $ 30 mil y $ 35 mil, sin secar, por supuesto; el aromo oscila entre $ 43 y $ 47 mil y mejor es no hablar del ulmo, que se empina por encima de las 55 lucas. 

Ahora, si Ud. quiere leña certificada, aproveche lo que le queda de los retiros de las AFP para armarse de un para de metros cúbicos. Si no tiene para la camionada para el año completo, en diversos lugares venden sacos de 20 kilos aproximadamente, a $ 11 mil. Según cálculos de entendidos, hace falta por lo menos una docena de sacos para para llegar al metro cúbico.

Usuarios permanentes recomiendan recurrir al eucalipto, que no vamos a decir que sea capaz de garantizar un invierno caribeño, pero es el más fácil de alcanzar sin gastarse el último retiro completo.

El carbón, ahora más relegado a los sectores rurales y algunos urbanos, donde sigue vigente el bracero, que es peligroso cuando se le ingresa a la morada sin estar suficientemente encendido, en las ciudades casi no representa riesgos, porque está presente más que nada en los asados, hechos, por lo general, al aire libre.

Esta bolsa, en cualquier barrio, había llegado a cinco lucas cuando compré por última vez, y dejo constancia que la parrilla ya se me está oxidando por falta de uso, así que ese precio debe estar harto desfasado.  

La parafina, otrora alternativa cercana a las maderas, perdió la humildad y se fue a las nubes, pasando de la luca por litro, supongo que por culpa de Putin y sus secuaces.

Y nos queda el gas licuado, que por estos días concentra la atención, porque se ha descubierto que puede ser más asequible para la población. El ministro Mario Marcel anticipó que habrá medidas para fortalecer la competencia, que por ahora está concentrada en tres grandes distribuidoras, que entre otras cosas son las dueñas de los 20 millones de tarros que circulan por el país.

Si Ud. se cree propietario de los que están en su vivienda, averigüe bien cómo es la cosa. La propia Fiscalía Nacional Económica recomendó medidas para fortalecer la competitividad, dejando afuera a la empresa del perrito (Q. E. P. D.), la del gordito de la playa supuestamente privada, y la del tarro anaranjado.     

Las municipalidades también están inquietas y han descubierto que hay una gran diferencia en el precio con que la Empresa Nacional del Petróleo, Enap, entrega el gas a las distribuidoras, con el que éstas lo hacen llegar a los consumidores. La posibilidad de avanzar hacia una venta popular, al estilo de las farmacias municipales, se traba en que todos los tarros son de… ya sabemos quiénes.

Mientras tanto el precio sube y sube. El balón de cinco kilos ya va en $ 13.300; el de 11 kilos, en $ 25.450; el de 15 kilos, en $ 28.100, y el de 45 kilos, el que todos queremos que no se acabe nunca, se acerca a pasos agigantados a las 100 lucas. Ya va en $ 91.650.

Es terrible el frío y peor si a Ud. lo tienen durmiendo sobre un par de sillas por desordenado. Pida perdón, haga las paces y va a recuperar la confianza perdida.

No olvide que uno busca lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias, así que no se entuma por leso.

 

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