Historias DiarioSur
Por Pablo Santiesteban , 12 de octubre de 2020

Racloma y Janequeo, heroínas del pueblo huilliche

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Dos mujeres que fueron inspiración en los albores de la historia de nuestra región fueron Racloma y Janequeo.
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Una fue mediadora entre españoles y su pueblo en Valdivia, la otra fue temida guerrera que surgió desde los bellos paisajes de Llifén. La historia se mezcla con la leyenda de estas dos misteriosas mujeres.

Rayan casi en lo legendario porque no hay mucha documentación rigurosa que entregue a ciencia cierta datos de su existencia y su importancia durante las guerras entre los conquistadores españoles y los huilliches en los territorios de Valdivia y el Ranco. Racloma y Janequeo suenan por dos calles de Valdivia, la primera en el barrio Regional y la segunda en el centro, cerca de la costanera. Ambas son recordadas como dos mujeres huilliches que asombraron a los conquistadores españoles con sus hazañas y que, al menos para sus cánones europeos, rompieron completamente los esquemas femeninos de su época.

DiariodeValdivia buscó información en libros y viejas crónicas acerca de estas dos mujeres que vivieron dentro de los límites de lo que hoy es la Región de Los Ríos. Hay muchas teorías acerca de cómo era la vida de las mujeres mapuche huilliches, pero lo cierto es que tenían un rol fundamental en la sociedad indígena antes, durante y después de la llegada de los primeros europeos a la zona. Al parecer la sociedad mapuche era de corte patriarcal, pues se permitía para el hombre la poligamia en algunos casos, aunque la homosexualidad no era castigada y las mujeres podían ir a la guerra, si ellas querían, para acompañar a sus parejas y cumplían un rol productivo y cultural fundamental.

En los campos de batalla, los tercios españoles de Arauco varias veces tuvieron que enfrentar a mujeres que luchaban codo a codo con los más fuertes guerreros. Las admiraban, pero también las temían.

LA INTERMEDIARIA DE AINIL

Corría el mes de febrero de 1552 en el poblado huilliche de Ainil, junto al río Ainilebu. El gobernador Pedro de Valdivia ya había cruzado los territorios de la zona de Arauco y su intención era alcanzar el famoso río que 8 años atrás habían descubierto Jerónimo de Alderete y Juan Bautista Pastene. Valdivia quería fundar una ciudad en la ribera de ese río.

Los españoles alcanzaron el valle de Mariküga (Mariquina) y siguieron hacia el poblado de Ainil. Se presume que llegaron hasta la orilla del río Calle Calle, por el lado de lo que ahora es el barrio Las Ánimas, pero que del otro extremo del río los huilliches les esperaban de manera amenazante. Los conquistadores habrían intentado cruzar el río, pero los huilliches los rechazaron lanzándole toda clase de flechas y proyectiles.

He aquí que surge la figura de Racloma. Según las crónicas de Diego de Rosales, Alonso de Ovalle y el texto “Décadas” de 1601 de Antonio de Herrera y Tordesillas, Racloma era una de las jóvenes esposas (o una de sus hijas) del lonco Leochengo, gran señor de Ainil y sus alrededores que, en relatos escritos por Jerónimo de Alderete, ya lo señalaba y añadía que tenía su oratorio en una isla que los naturales denominaban Guiguacabín (actual isla de Mancera).

No se sabe cuál fue la razón que tuvo Racloma para decidir atravesar a nado el río y llegar hasta el lado del campamento de los españoles. No está claro si lo decidió por cuenta propia o si los huilliches le pidieron que parlamentara con esos “huincas”. 

Tras completar la travesía a nado, Racloma pidió hablar con Pedro de Valdivia que, asombrado por su valentía, la convenció para decirle a Leochengo de que venía en son de paz y que intercediera por ellos. La joven habló con los huilliches y los convenció de las motivaciones pacíficas de los conquistadores. Racloma debe haber hablado con elocuencia, pues Leochengo y sus hombres permitieron que Valdivia atravesara el río y fundara la ciudad sobre una cancha de palín que usaban los huilliches. No hubo batallas y derramamientos de sangre ese 9 de febrero de 1552.

Otras crónicas aseguraron que la amistad de Valdivia y Racloma fue un poco más allá, pero tampoco hay razones para pensar que la joven huilliche fue la “Malinche” de la futura ciudad de los ríos.

LA GUERRERA DE LLIFÉN

Nos trasladamos alguno años después, presumiblemente hasta el año 1585, al sector de Llifén (Bello amanecer), lugar donde gobernaba el lonco Huepotaén. 

Desde su llegada a Chile los españoles cometían el error de confundir a los huilliches con los mapuches y hacerles la guerra. Los huilliches, mucho más pacíficos, estaban emparentados por cultura e idiomas con los mapuches y se alzaron en armas contra los conquistadores. En alguna refriega Huepotaén fue hecho prisionero por el gobernador Alonso de Sotomayor y torturado hasta la muerte. 

La esposa de Huepotaén era Yanequén, conocida posteriormente como Janequeo por los españoles, quien junto a su hermano Huechuntureo se conjuraron para vengarse. 

Aparentemente Janequeo tenía carácter y habilidades para la guerra y, según cuentan los relatos, se puso al mando de las tropas de la zona de Llifén. Su figura legendaria fue más realzada por los españoles que la elevaron casi como una “Juana de Arco huilliche”. En 1587 Janequeo y 4 mil de sus guerreros destruyeron la Fortaleza de Puchunqui en Nahuelbuta, cerca de la vieja ciudad de Santa María Magdalena de Villarrica. Se cree que luego de consumar su sed de venganza se quedó en el valle de Villarrica, pero su figura, tal como apareció se esfumó.

De acuerdo al historiador Diego Barros Arana, Janequeo es más bien una creación ficticia del escritor Fernando Álvarez de Toledo para su libro “Araucana”​. Esto escribió el célebre historiador en su “Historia de Chile”: “El examen de todos los antecedentes, nos autoriza a creer que Janequeo así como los sucesos en que se la hace intervenir, son una creación del capitán poeta Fernando Álvarez de Toledo en su Araucana, y que de allí los tomaron los padres (Alonso) Ovalle​ y (Diego) Rosales. Los historiadores posteriores han repetido sin crítica ni examen lo que cuenta el padre Ovalle y han dado cierto cuerpo a sucesos que son absolutamente fabulosos, y acerca de los cuales no se halla la menor noticia en los cronistas contemporáneos Mariño de Lobera y Caro de Torres, ni tampoco en los documentos de ese tiempo”.

La tesis de Barros Arana puede ser cierta, pues Mariño de Lobera, tal vez el mejor cronista de la época de la conquista en Chile, jamás mencionó a Janequeo en sus obras.

La toqui es actualmente una figura e inspiración para el movimiento feminista. También hay que considerar los contextos históricos de un país que estaba recién en formación y el choque de dos culturas que terminaron uniéndose, pese al odio y a la guerra.

Racloma y Janequeo siguen siendo inspiración de valentía y decisión, ya sea para hacer la paz o la guerra.

 

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